Esto que voy a contar me pasó hace minutos. MINUTOS. Todo comenzó cuando terminé de merendar a 18 con Marco (un “amigo” de USA) en 18. Nos despedimos, y empecé a caminar para acá (léase por 18 hacia el obelisco). Se me ocurrió alquilar una película, así que me desvié una cuadra al video. Pim, pum, pam, elegí dos pelis (si les interesa saber cuáles, viejas chusmas, me mandan un mail o leen mis tweets). Anyway, salgo del video, vuelvo a 18 y me voy a la parada de la Plaza de los Bomberos, con ganas de tomarme el CA1 y gastar $10 a falta de boletera (estoy ahorrando).
Reeeeeeeeeeesulta qué… (Y ACÁ EMPIEZA LO BUENO), un ser viviente, de unos 38 años aprox, 1,50 m, ojos grises (soñados), pelo negro atado en una trenza, me habló. Me pidió alguna moneda para tomarse el bondi. Yo tenía un billete de $20 y dos monedas de $2. Le dije que tenía una moneda de dos (no fue por mala, no me acordaba de la otra), y después le pregunté a dónde iba. “A Tres Cruces” me dijo. “Pero en realidad voy a ir caminando, necesito para otro ómnibus hasta el aeropuerto”. Ok, la cosa cambia. Entonces no necesitás monedas amiga, el boleto te sale como $40.
En fin, le dije que yo me iba a tomar el CA1 y que si quería le pagaba el boleto (que sale $10) (chau ahorro). Aceptó. Al minuto y poco apareció el amado CA1. Nos subimos. Pagué. Nos corrimos al fondo. (creo que fue acá cuando desató la lengua) (Todo el tiempo iba con mi cartera MEGA atada a mi cuerpo, el gas desbloqueado y casi apuntándole) (Los ojos claros eran como tramposos, nunca se sabe, ¡y más después de mi reciente episodio!). En fin, decía, la amiga empezó a hablar. Me contó que había ido a la Intendencia, por eso que está empezando ahora a proyectar proyectos (valga la redundancia) de futuras películas. Le contesté que no tengo mucho tiempo, estoy con parciales, exámenes y cosas. “¿Qué estudias?” fue la primera de muchas preguntas. Le respondí. Después me explicó algo de eso de la Intendencia, nombró las vacaciones de julio, los chicos, y el poco tiempo. No entendí la idea. Tras un corto e incómodo silencio, me preguntó dónde me bajaba. Le dije que en la misma que ella. Hablamos de los cambios del Shopping, las reformas y de la vida de la langosta. Me contó que es escritora, que trabaja en cosas relacionadas al marketing, que lee mucho y se mantiene informada.
Cuando nos bajamos, vio pasar un ómnibus verde con el número 48. “Mirá, ese ómnibus es de mi marido. Si alguna vez te subís y no tenés plata, te devuelvo el favor.” Sonreí y cruzamos hablando del dicho “Hoy por ti, mañana por mi” (últimamente mi filosofía de vida se basa en esas 6 palabritas). Caminamos hasta la puerta de mi edificio. “Acá me quedo” le dije, y ella me explicó casi sin escucharme (o haciéndose la bolu) que se iba a lo de un amigo en Acevedo Díaz (o Eduardo Acevedo, no sé, siempre me las confundo) a dejar algunos bolsos porque tenía muchos libros y le pesaba mucho.
Me siguió contando que ella estaba trabajando en un corto publicitario para National Geographic. En lo que trabaja se trata de los viaje y todo el tema de las cenizas. Atrapados en el Extranjero, creo que así dijo que era el nombre. Me quise despedir (ERROR), y me preguntó mi nombre. Se presentó, me dijo que se llamaba Patricia Pereira (¡con i latina eh!) “Tengo que ir a ver a mis hijos a la costa de oro”, siguió contando. No se cómo, pero terminamos hablando de que se estaba divorciando, que la mujer (o ex mujer) de su marido le mandaba mensajes y por eso había bloqueado el celular, y que no usaba mail porque el hermano, que está afuera, se llevó su computadora y no tiene acceso. “Además no me quiero estresar, ¿viste?. Andar pendiente del celular y todo eso, me pone mal. Tengo muchas cosas para andar pendiente”.
Me contó que estaban viendo vender el 48 (mejor aprovecho ese boleto gratis antes de que sea demasiado tarde). Dato va, dato viene, terminé pasándole mi celular (ella no tenía datos para darme, y se había ofrecido a prestarme algún material para la carrera, porque ella lee mucho, y tiene muchos libros), mi email, y después me pregunta: “¿Y en qué apartamento vivís?”. La miré mal. Mirada directa con cara de ¿EH? (los que me conocen saben cómo es). ¿para qué? le pregunté. No supo responderme. Le dije que si quería contactarme me llamaba y listo. O sea: en CASO de que LLEGUE a necesitar un libro que no esté en la biblioteca de la Universidad, tengo que esperar a que ELLA me mande un mail o un sms para poder tener sus datos. Sí, yo todavía no entiendo mucho.
Nos despedimos por tercera (¿o cuarta?) vez, me dio DOS besos (soy irresistible, ya sé) y se fue nomás. Me paré a mirarla mientras buscaba la llave mientras pensaba ¡Al fín algo bueno para escribir en mi blog!.
Asi que, gente, si cambio mi número de celular ya saben por qué razón es: o me raptaron o Patricia me escribió muchos sms y bloquié el chip.
Pd: lo que me llevó a tomarme el tiempo de redactar esto, fue el misterio de esta persona. ¿Era loca? ¿Acaso homeless? ¿Existía tal esposo, los hijos, el amigo? ¿Qué tanto de lo que me dijo era cierto?. Raro, pero me pasó. Otra entrada más al blog con la etiqueta “Cosas raras que Solo me pasan a mi”