Y pasó el tiempo. ¿Acostumbrada? No, no lo creo. Siempre contra reloj, siempre todo last-minute. Pero a vos te gusta así. Siempre llorando, siempre riendo cómo sí fueras fuerte. Incluso ahora estás apurada. Tu pierna tiembla, y esa estúpida manía de masticar cuando tu boca está vacía, y de hablar cuando tu mente está vacía. Dale, apurate que no llegás. Nunca llegás. ¿A dónde querés llegar? Eso no importa tanto, al menos no hoy. Mañana lo pienso mejor.
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